Introducción

El auge mundial que de pronto, estos últimos 5 o 10 años ha tenido Latinoamérica nos hace preguntarnos por sus cualidades actuales en varios sentidos, particularmente sus elementos literarios y su avance en estas ultimas 5 décadas.
Cincuenta años de suma relevancia para la humanidad con los avances tecnológicos, comunicacionales, médicos, entre otros; mas importantes de nuestra historia. La genética, la informática, la cibernética, la biología celular: corremos a velocidades impresionantes y fragmentamos incluso los placeres para poder alcanzar a probarlo de todo. Así, es como también hablamos de libros que no hemos leído,  de catástrofes que no hemos vivido y de pasiones que quizás nunca habiten nuestra vida.

Contemporáneo: alguien que es símil nuestro, un personaje que experiencia el mundo en nuestra misma época, momentos que marcan nuestras retinas con los signos de identidad acumulada, aunque nos conformen muchas categorías, y una en particular lo Latinoamericano.

Contemporánea: período histórico, que ya tuvo su fin con la caída del muro de Berlín, por lo que hoy estamos en una época sin nombre definitivo (si muchos tentativos), en la cual vale la pena revisar a los exponentes latinoamericanos de nuestra literatura (como reflejo de nuestra identidad y nuestra cultura) pero con calma, disfrutando cada página.

No se porque pero da la impresión cuando uno recorre los anaqueles, ve las novedades y escucha las conversaciones ajenas en la Biblioteca de Santiago con esa velocidad que nos marea, pero dentro de todo, podemos vislumbrar soluciones, respuestas a lograr que el placer de la lectura sea algo permanente y continuo. Una fuga, Un vacío.
Un club de lectura puede transformarse en ese instante de placer detenido. Personas que acceden a detenerse para moverse lentamente entre las hojas de un libro, precipicio vertiginoso al que nos asomamos en cámara lenta.

En Latinoamerica la lectura se ha transformado en la herramienta academicista por excelencia, potenciandola como la llave que nos transformará de manera mecánica en buenos trabajadores y mejores personas.
Al parecer, en el mundo la lectura tiene solo una calidad funcional, leemos para ser mejores, para conocer más, para entender las cosas. La lectura es gratuita, los efectos secundarios pueden ser fascinantes, el libro adecuado para un lector adecuado. En nuestro continente, tenemos índices bajos de lectura, pero no somos demasiado diferentes al resto del mundo. En Chile por ejemplo los lectores frecuentes, que leen un libro por año mínimo, son menos de la mitad de la población.

Un club de lectura no pretende generar lectores patológicos (enfermizos lectores que no pueden contener las ganas de devorarse un libro), quizás solo reavivar las llamas de pasión por la lectura, llamas un tanto apagadas por las ráfagas de otros estímulos que no permiten desarrollar el amor por los libros como quisieramos muchas veces. El club es solo una puerta, el que quiera abrirla y descubrir que ahí detrás, adelante. Pero una vez adentro nadie esta obligado a permanecer, se puede vagar un poco, picotear otro, pero lo más importante es compartir la lectura con otros, contactarnos con personas asombrosas que nos entregarán sus emociones, risas y discusiones por la lectura. Suena esperanzador. Y lo es.

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